17/7/08

Toca escalar

Cuando terminas una mala racha te encuentras con amigos de menos, interesados de más y con la sensación de encontrarte en el final de un camino bifurcado.
Tú eliges. O sigues llorando en tu mierda, o comienzas a escalar para salir de ahí.



En Madrid pasé unos días fantásticos, un Rock in Río asombroso y un Orgullo con demasiadas anécdotas.

En Rock in Río conocí a muchísima gente adorable, no sé de que estaba hecho el césped artificial ni que había en las fuentes pero, asombrosamente, todo era buen rollo y gente cachonda.

A título personal me enamoré perdidamente de una modelo del Espacio Moda, ella también está enamorada de mi, el único problema es que aún no lo sabe, es más, piensa que es hetero y que está enamorada de su novio pero ya se dará cuenta de que está equivocada...

Sobre la zona VIP, puedo confirmar que el calvo de la CADENA 100 es tan salido como parece en Operación Triunfo (sí, veía Operación Triunfo, las piernas de Mimi ejercían un extraño poder húmedo sobre mi toto), Paz Vega dejó de ser uno de mis mitos eróticos; Laura Sánchez es extremadamente alta, me pareció extremadamente delgada, tiene una boca extremadamente grande y es extremadamente simpática y preciosa.

Hugo Silva es el tío más normal del mundo (cosa que se agradece entre tanto divismo y tanta gilipollez) incluso con veinte quinceañeras persiguiéndole y ofreciéndose a agarrársela si le entran ganas de mear.
Una redactora de la revista Vale quería hacerle unas fotos sin camiseta a uno de mis amigos...

Confundí a Marta Sánchez con Ana Obregón, este hecho desató alguna risilla maliciosa. (A ella no le hizo ni puta gracia) Su marido llevaba la pechera al aire y dejaba asomar un rosario negro entre sus pectorales, me mordí la lengua y no hice ningún comentario al respecto. (Marta Sánchez antes de ser un proceso frustrado de diva gay fue la cantante de Olé, Olé y estos grupos de tecno-pop folclórico se mueven por ambientes muy chungos...Seguro que conoce mil maneras distintas de noquearme sin acercarse a mi)
Conocí a Belén Rueda y, por miedo a que fuera amiga de Marta Sánchez, no le dije que sus actuaciones me recuerdan a las que hacen los niños de primaria en el teatro del cole para Navidad y que creo que está sobrevaloradísima.

Me percaté de que el 60% de las modeluquis y los chulitos desconocidos que desfilaban en la pasarela adoran dejarse ver por el recinto para escuchar algún "Mira, esa/ese desfila en lo de la moda", tras escuchar el comentario de turno que les sube el ego hasta límites insospechados, vuelven a la zona VIP a comentar lo agobiante que resulta ser reconocida o reconocido.
Y Fonsi Nieto y la hija de la Duquesa de Alba deberían cambiar su nombre por Frodo y Sam.


Dejando la farándula a un lado, conocí a gente de lo más sorprendente.
El primer día conocí a un grupito de Coimbra, los chicos hablaban con los algunos de mis amigos sobre la Eurocopa, un tema que a mi me lo come a cuatro patas, las chicas hablaban entre ellas y yo, visto el plan los machos hablamos de fútbol y las nenas de futbolistas, opté por ir a por unas cervezas. Con la bebida se animó el asunto, un luso pasado de cebada me invitó cortesmente a introducir mi lengua en su garganta, con mucha educación le contesté que prefería meter mi lengua en el coño de una de sus amigas; él desistió en su cortejo y ella rechazó mi invitación.

Esa misma noche me acerqué al último pase que se ofrecía en la Pasarela, mis comentarios lascivos sobre Martina Klein llegaron a oídas de dos chicas de Málaga que se acercaron a hablar conmigo a la salida. Me preguntaron si era lesbiana, cuando les dije que sí se sonrieron con picardía y me invitaron a tomar una servesita.
No eran dos bellezas, no lo voy a negar, pero tenían esa gracia andaluza que puede conmigo. Hablamos de todo en general y de nada en particular, cuando la conversación desapareció les comenté que tenía que buscar a mis amigos, a lo que contestaron al unísono un apresurado "¿Ya te vas?". Me disculpé, le dí un par de besos a cada una y, cuando me iba, una de ellas me agarró del hombro y me dijo al oído "Queeee...si quieres un trío..."
Decidí que mis amigos podían seguir sin mi otro ratito.

Salimos fuera del recinto, habían venido en coche (¿Desde Málaga? Impresionante...), un antiguo twingo rojo con pegatinas. Los asientos estaban ya reclinados, empezamos a juguetear antes de llegar al coche y una vez dentro, cuando yo me quité la camiseta, ellas ya estaban totalmente desnudas y tumbadas, con una cara de pavor terrible.
Una de ellas nunca había estado con nadie, la otra dijo "a mi me hicieron un dedo en un baño, creo" (¿CREO? Damn it!).
Les dije que mejor lo dejábamos pero la más lanzada comenzó a tontearme en el cuello...Y me quedé. La velada se resume en multitud de cabezazos y poquito placer pero varios momentos divertidos.

El día de la adorada Amy Winehouse surgió algo mejor. Mientras cantaba Jamiroquai me quedé prendada de una chica con una sonrisa de concurso. Llevaba una camiseta con la cara de la andrógina por antonomasia en la que se leía "Shane is my homegirl".
Era la delicia de toda bollera que se paseaba a su alrededor, (era la víspera al Orgullo por lo que el Rock in Río estaba especialmente gay ese día) una chica guapa, que sabía moverse, con estilo vistiendo y aparentemente lesbiana.
Me acerqué a ella y la invité a beber algo, bailamos, comentamos su camiseta, nos alabamos mutuamente y usó el truco de "tienes una pestañita, te la voy a quitar".
En su hotel nos quitamos pestañas y pestiños.